A lo largo de la Historia, han surgido diversas teorías y modelos para intentar categorizar a las personas atendiendo a sus categorías, habilidades y comportamientos y así comprender mejor cómo interactúan y cómo se desenvuelven en diferentes contextos.
Desde los 4 temperamentos de Sócrates basados en la teoría de los humores (sanguíneo, colérico, melancólico y flemático) hasta los 12 arquetipos de Carl Jung (el Inocente, el Huérfano, el Héroe, el Cuidador, el Explorador, el Rebelde, el Amante, el Creador, el Bufón, el Sabio, el Mago y el Gobernante). Incluyendo los 16 tipos de personalidad del modelo de Myers-Briggs Type Indicator (MBTI) centrados en cuatro dicotomías fundamentales: Extraversión-Introversión, Sensación-Intuición, Pensamiento-Sentimiento y Juicio-Percepción. O los 9 eneatipos del eneagrama.
Todos ellos son métodos de autoconocimiento que, llevadas a la psicología organizacional, buscan comprender mejor las dinámicas individuales o grupales para desarrollar un liderazgo efectivo, optimizar los rendimientos de los equipos y conseguir altas cotas de éxito.
Pero, “¿por qué cuando se trabaja en equipo unos tienen éxito y otros fracasan?”, se preguntó el psicólogo R. Meredith Belbin en los años 60. Así comenzó una investigación de tres años de duración entre directivos de varias organizaciones que dio como resultado la Teoría de los Roles de Equipo. Se trata de una metodología propia para ayudar a las personas, equipos y organizaciones a reconocer y aprovechar sus fortalezas y potenciar el trabajo colaborativo.
“Es importante distinguir entre rol de equipo y rol funcional”, explica Inanna Catalá, del Departamento de Organización de Empresas de la Universitat Politècnica de València. El rol funcional está determinado por las exigencias del puesto de trabajo, mientras que el rol de equipo se refiere al papel que desempeñan los miembros dentro de un grupo. Así, aunque todos en un equipo puedan tener el mismo rol funcional, los roles de equipo pueden variar.
Belbin identificó nueve roles de equipo, entendiéndolos como tendencias a comportarse, contribuir e interrelacionarse con los demás de determinada manera. Según Belbin, todos los roles de equipo deben están presentes en todos los equipos para que funcionen como equipos de alto rendimiento. Así, que para un líder es clave detectar, gestionar y coordinar las contribuciones de cada miembro de su equipo.
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Roles de acción
Los roles de acción son personas tendentes a objetivos que impulsan y apoyan al grupo para realizar y finalizar las tareas encomendadas.
Impulsor: Son personas valientes, con mucha iniciativa y energía que son capaces de poner en marcha proyectos motivando a los compañeros y superado los obstáculos que se presenten en el camino. Suelen ser competitivos, ambiciosos, les gusta ganar y son imbatibles cuando se requiere de profesionales que asuman la dirección de manera resolutiva y bajo presión para arrancar y desatascar proyectos o cuando se trabaja contra reloj.
Implementador: Estos profesionales se caracterizan por su disciplina y exigencia. Trabajan de manera sistemática siguiendo los pasos establecidos dentro del proyecto y la organización. Se caracterizan por la eficiencia, la eficacia y la practicidad llegando a ser en ocasiones inflexibles o demasiado radicales en su enfoque. Todo esto lo hacen gracias a altas dosis de planificación y organización.
Finalizador: Son profesionales orientados al detalle, excelentes para corregir errores y dar “la última capa de pintura”. Su principal aportación a los equipos es su alto nivel de concentración, precisión y perfeccionismo. Son los encargados perfectos para velar por los estándares de calidad y que todo se realice en la forma y plazos correctos.
Roles sociales
Estos roles se encargan de la cohesión, coordinación y contacto tanto dentro del grupo como con el resto de la organización o demás stakeholders.
Coordinador: Su don es identificar los talentos naturales de los miembros del equipo y asignarles las tareas en las que más van a destacar. Sus habilidades interpersonales las ponen al servicio de sus compañeros para ayudarles a conseguir los objetivos del conjunto. Gracias a su visión global con mayor perspectiva ayuda a que todos los esfuerzos individuales vayan en la misma dirección.
Cohesionador: Aquí tenemos al lubricante de la maquinaria de nuestro reloj suizo. Esa persona sensible, diplomática y sociable que sabe detectar los estados anímicos del equipo y ayuda a limar asperezas y resolver conflictos. La empatía, la escucha activa y su capacidad de adaptación consigue la armonía y la calma en cualquier circunstancia.
Investigador de recursos: Es el rey de las relaciones púbicas. Extrovertido, comunicativo, entusiasta… Son excelentes estableciendo contactos, negociando y llegando a acuerdos. Curiosos por naturaleza, les gusta explorar posibilidades y oportunidades a fin de dar con la mejor solución. Tienen gran valor en momentos de crisis para sacar el máximo provecho a los recursos existentes.
Roles mentales
Estos profesionales poseen los conocimientos, la experiencia y la creatividad para desempeñas sus responsabilidades dentro del equipo.
Cerebro: Estos roles poseen una mente creativa, innovadora, transgresora, excelente para diseñar nuevas estrategias, servicios, productos… Suelen ser muy libres e independientes lo que les dota de una inteligencia creativa original y única. En muchas ocasiones, será suficiente contar en el equipo únicamente con un rol de estas características.
Monitor/Evaluador: Son analistas serios, prudentes, profundos… que tomarán en cuenta todas las posibilidades, ideas y sugerencias antes de tomar una decisión. Este juicio crítico les hace muy valiosos en momentos que hay que tomar decisiones delicadas ya que tendrán en cuenta toda las variables y posibles consecuencias.
Especialista: Su punto fuerte es el amor por el aprendizaje y el conocimiento. Es capaz de acumular información sobre cualquier tema que sea necesario para el equipo, aunque a veces su nivel de profundidad le impide tener una visión más amplia de la realidad.
Como podemos ver, no existen roles buenos ni malos; todos son necesarios y complementarios. Hay que aclarar que, en equipos pequeños, una persona puede desempeñar varios roles, mientras que en equipos grandes puede haber varias personas por rol. Lo esencial de la teoría de los roles de equipo es reconocer el valor único que cada miembro aporta para lograr el éxito.
Para lograr la excelencia, no basta con tener a los mejores profesionales, sino que es necesario asignar a cada uno el rol adecuado para que pueda brillar con su talento y aportar lo mejor de sí mismo a la organización. Los roles de Belbin son una herramienta clave para alcanzar ese equilibrio y asegurar que los equipos logren un alto rendimiento y grandes logros.